martes, 16 de enero de 2018

Apartment 615



Caminaba con paso rápido y firme. Ansiaba verlo, aunque lo hubiese visto esa misma mañana; no era lo mismo. Llegué al edificio, entré y me dirigí a los ascensores sin desacelerar el paso, dándole un rápido saludo al conserje.

Mientras subía el ascensor más largo de mi vida, me observé en el espejo. Mi cabello se encontraba un poco aleonado, producto del viento, ese detalle no me disgustaba, por el contrario me encantó, me daba un toque de fiereza. En cambio mis mejillas sonrosadas sí me contrariaban, aunque no hubiera mucho que pudiese hacer.

Por fin llegué al piso 6, salí del cubículo y me dirigí al departamento 15. Toqué timbre como una autómata y esperé. La puerta se abrió al cabo de unos segundos y apareció él, enfundado en unos jeans negros y una camiseta escote en V celeste que marcaba su escultural cuerpo. Mi memoria no le había hecho justicia, ni por asomo. Mis pulmones soltaron el aire que, sin haberlo notado, habían retenido.

— Cadete — me saludó con un movimiento de cabeza. Su grave y sensual voz despertó hasta el último rincón de mi cuerpo.
— Oficial — respondí, tratando de controlarme.

Me invitó a pasar, cerró la puerta y acto seguido me agarró del cuello y la cintura atrayéndome hacia su cuerpo y me besó. Fue un beso pasional, que hablaba de deseo y locura. Desesperado, como nosotros. Vernos y actuar como si él solo fuese mi instructor y yo una más de los cadetes era un infierno. Nos estábamos devorando, quitándonos las ganas que teníamos por el otro.

Rompimos el beso, necesitados de aire, entonces él tomó mi rostro con suavidad, mirándome a los ojos, con ese azul penetrante que resaltaba con el color trigueño de su piel.

— Mi amor…  — susurró y mi mundo volvió a su eje.

Se acercó lento, sin romper la conexión de nuestras miradas hasta que hubo fundido sus labios con los míos. Este beso era tierno, que hablaba de amor, de necesidad. Me envolvió en sus brazos y yo rodeé su cuello, me levantó y enrosqué mis piernas a su alrededor.

El beso volvió a tornarse lujurioso, demencial. Nuestras manos viajaban por nuestros cuerpos. La premura por amarnos era abismal. En el camino hacia su habitación fuimos dejando un reguero de prendas; al llegar me acomodó con cuidado en la cama. Terminándonos de desvestir, nos dedicamos a amarnos por horas.

Recostada sobre su pecho pensaba cómo a veces la vida nos presenta el amor en el momento que no debería. Lo que estamos haciendo está tan mal… por no decir prohibido. En la Academia de Policías las relaciones entre alumnos, cadetes y oficiales es motivo suficiente para la suspensión; y yo no sería la que saldría perdiendo, no. Si se llegase a descubrir lo nuestro, él sería aplazado de su puesto en menos tiempo de lo que se tarda en decir la palabra ‘suspensión’.

— Yvonne — su voz con un deje de reprimenda — por favor…

Suspiré y me abracé fuerte a su torso. Sabía que mi mente no podía dejar ese tema.

— Vamos a bañarnos — propuso.

Nos duchamos juntos y luego fuimos a la cocina por algo para comer. Mi teléfono sonó en algún lugar del departamento recordándome que esto era solo una realidad temporánea.

— Tengo que irme — le dije.

Hizo un puchero que me causó gracia y ternura a la vez. Me atrajo hacia sí y me colocó entre sus piernas, tomándome de la cintura. Las despedidas eran la peor parte. Cada vez dolía más tener que alejarme de él.

— Nos vemos mañana — dijo.

Solo sonreí. Ya no me bastaba con verlo todas las mañanas, distante, como el instructor que es. Nuestros encuentros furtivos eran tan esporádicos que me contrariaban.

Lo besé y nos dirigimos a la puerta. Volvió a darme un beso, de esos que transmiten desesperación. Tenía que irme pronto o mi entereza flaquearía. Con un último beso en la comisura de su boca, me giré y abrí la puerta.

— Oficial — asentí levemente la cabeza.

— Mi amor… — su voz quebrada.

Bajé los 6 pisos por la escalera, necesitada de aire fresco, necesitada de un respiro. La opresión en el pecho era insoportable.

Por fin llegué a la calle. Me volteé para mirar su apartamento y ahí estaba él, en la ventana, mirándome cómo me iba.


A veces la vida nos pone en una encrucijada, y no somos lo suficientemente valientes para tomar la decisión más justa.




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6 comentarios:

  1. Como siempre, lo que escribís, me encanta. 💕 No soy muy romántica, pero con esta historia, casi chillo. 😭😭😭 ¡Amo lo que hacés!

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    1. Gracias por tomarte el tiempito de leerme. Estoy ansiosa por leer lo tuyo. La literatura siempre nos ha unida <3 <3

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  2. La realidad supera la ficción? Yo creo que van par a par a veces. Este es el caso. Hermoso comienzo del relato Juli! :)

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    1. Gracias por leerlo y dejar tu opinión, es muy importante para mí. <3

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  3. A veces la vida nos pone en una encrucijada, y no somos lo suficientemente valientes para tomar la decisión más justa.
    Es verdad.. Lamentablemente..



    Deja con ganas de leerlo completo. Espero para.. comprar ese libro..

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