Caminaba con paso rápido y firme.
Ansiaba verlo, aunque lo hubiese visto esa misma mañana; no era lo mismo. Llegué
al edificio, entré y me dirigí a los ascensores sin desacelerar el paso,
dándole un rápido saludo al conserje.
Mientras subía el ascensor más
largo de mi vida, me observé en el espejo. Mi cabello se encontraba un poco
aleonado, producto del viento, ese detalle no me disgustaba, por el contrario
me encantó, me daba un toque de fiereza. En cambio mis mejillas sonrosadas sí
me contrariaban, aunque no hubiera mucho que pudiese hacer.
Por fin llegué al piso 6, salí
del cubículo y me dirigí al departamento 15. Toqué timbre como una autómata y
esperé. La puerta se abrió al cabo de unos segundos y apareció él, enfundado en
unos jeans negros y una camiseta escote en V celeste que marcaba su escultural
cuerpo. Mi memoria no le había hecho justicia, ni por asomo. Mis pulmones
soltaron el aire que, sin haberlo notado, habían retenido.
— Cadete — me saludó con un
movimiento de cabeza. Su grave y sensual voz despertó hasta el último rincón de
mi cuerpo.
— Oficial — respondí, tratando de
controlarme.
Me invitó a pasar, cerró la
puerta y acto seguido me agarró del cuello y la cintura atrayéndome hacia su
cuerpo y me besó. Fue un beso pasional, que hablaba de deseo y locura. Desesperado,
como nosotros. Vernos y actuar como si él solo fuese mi instructor y yo una más
de los cadetes era un infierno. Nos estábamos devorando, quitándonos las ganas
que teníamos por el otro.
Rompimos el beso, necesitados de
aire, entonces él tomó mi rostro con suavidad, mirándome a los ojos, con ese
azul penetrante que resaltaba con el color trigueño de su piel.
— Mi amor… — susurró y mi mundo volvió a su eje.
Se acercó lento, sin romper la
conexión de nuestras miradas hasta que hubo fundido sus labios con los míos. Este
beso era tierno, que hablaba de amor, de necesidad. Me envolvió en sus brazos y
yo rodeé su cuello, me levantó y enrosqué mis piernas a su alrededor.
El beso volvió a tornarse
lujurioso, demencial. Nuestras manos viajaban por nuestros cuerpos. La premura
por amarnos era abismal. En el camino hacia su habitación fuimos dejando un
reguero de prendas; al llegar me acomodó con cuidado en la cama. Terminándonos
de desvestir, nos dedicamos a amarnos por horas.
Recostada sobre su pecho pensaba
cómo a veces la vida nos presenta el amor en el momento que no debería. Lo que
estamos haciendo está tan mal… por no decir prohibido. En la Academia de
Policías las relaciones entre alumnos, cadetes y oficiales es motivo suficiente
para la suspensión; y yo no sería la que saldría perdiendo, no. Si se llegase a
descubrir lo nuestro, él sería aplazado de su puesto en menos tiempo de lo que
se tarda en decir la palabra ‘suspensión’.
— Yvonne — su voz con un deje de
reprimenda — por favor…
Suspiré y me abracé fuerte a su
torso. Sabía que mi mente no podía dejar ese tema.
— Vamos a bañarnos — propuso.
Nos duchamos juntos y luego
fuimos a la cocina por algo para comer. Mi teléfono sonó en algún lugar del
departamento recordándome que esto era solo una realidad temporánea.
— Tengo que irme — le dije.
Hizo un puchero que me causó gracia
y ternura a la vez. Me atrajo hacia sí y me colocó entre sus piernas, tomándome
de la cintura. Las despedidas eran la peor parte. Cada vez dolía más tener que
alejarme de él.
— Nos vemos mañana — dijo.
Solo sonreí. Ya no me bastaba con
verlo todas las mañanas, distante, como el instructor que es. Nuestros encuentros
furtivos eran tan esporádicos que me contrariaban.
Lo besé y nos dirigimos a la
puerta. Volvió a darme un beso, de esos que transmiten desesperación. Tenía que
irme pronto o mi entereza flaquearía. Con un último beso en la comisura de su
boca, me giré y abrí la puerta.
— Oficial — asentí levemente la
cabeza.
— Mi amor… — su voz quebrada.
Bajé los 6 pisos por la escalera,
necesitada de aire fresco, necesitada de un respiro. La opresión en el pecho
era insoportable.
Por fin llegué a la calle. Me volteé
para mirar su apartamento y ahí estaba él, en la ventana, mirándome cómo me
iba.
A veces la vida nos pone en una
encrucijada, y no somos lo suficientemente valientes para tomar la decisión más
justa.
Como siempre, lo que escribís, me encanta. 💕 No soy muy romántica, pero con esta historia, casi chillo. 😭😭😭 ¡Amo lo que hacés!
ResponderEliminarGracias por tomarte el tiempito de leerme. Estoy ansiosa por leer lo tuyo. La literatura siempre nos ha unida <3 <3
EliminarLa realidad supera la ficción? Yo creo que van par a par a veces. Este es el caso. Hermoso comienzo del relato Juli! :)
ResponderEliminarGracias por leerlo y dejar tu opinión, es muy importante para mí. <3
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ResponderEliminarA veces la vida nos pone en una encrucijada, y no somos lo suficientemente valientes para tomar la decisión más justa.
Es verdad.. Lamentablemente..
Deja con ganas de leerlo completo. Espero para.. comprar ese libro..
¡Muchas gracias por leer(me)!
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